Planetas encontrados formando en el cúmulo estelar de las Pléyades

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Mientras observa el conocido cúmulo estelar de Pleiades, aquí hay algo nuevo en lo que puede pensar. Al menos, si obtuviste la ayuda de algunos de los telescopios más potentes de la Tierra y del espacio.

Este anuncio fue realizado por un equipo de astrónomos utilizando el Observatorio Gemini en Hawai y el Telescopio Espacial Spitzer. Sus hallazgos se publicarán en un próximo número de Astrophysical Journal.

El cúmulo estelar de las Pléyades, ubicado en la constelación de Tauro, es uno de los objetos más famosos del cielo nocturno. Fácilmente visible a simple vista, es aún más espectacular en binoculares o en un pequeño telescopio. Aunque a menudo se le conoce como las "siete hermanas", el cúmulo en realidad contiene 1.400 estrellas, en varias etapas de formación.

Una de las estrellas, conocida como HD 23514, tiene un poco más de masa que nuestro Sol. Los astrónomos descubrieron que está rodeado por un enorme disco de partículas de polvo caliente. Los astrónomos piensan que estos son los escombros de una colisión planetaria.

Se cree que estas partículas de polvo, los bloques de construcción de los planetas, se acumulan en cometas y cuerpos del tamaño de asteroides y luego se agrupan en objetos cada vez más grandes. Sin embargo, este es un proceso violento. Algunos objetos se hacen más grandes y otros chocan, rompiéndose en polvo que los astrónomos pueden detectar.

Los astrónomos piensan que este es un proceso similar que condujo a la formación de la luna de la Tierra. En algún momento a principios del Sistema Solar, un objeto del tamaño de Marte colisionó con la Tierra. Los escombros de esa colisión se convirtieron en la Tierra y la Luna.

Se cree que dos estrellas en el cúmulo de las Pléyades, HD 23514 y BD +20 307, se encuentran en esta etapa de evolución. Tienen entre 100 y 400 millones de años. Las estrellas mucho más jóvenes pueden tener este polvo cuando tienen 10 millones de años, pero generalmente se disipa cuando una estrella alcanza los 100 millones de años. Se necesitan enormes colisiones planetarias para expulsar el polvo nuevamente.

Fuente original: Comunicado de prensa de UCLA

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